Era una noche tormentosa. El viento gritaba entre los árboles y la lluvia petaba insistentemente en la ventana. Tras la cena, todos reunidos cerca de la lumbre, se levantó el capitán de los bandidos y dijo:
— Pepe: tú, que has recorrido cada rincón del mundo, tú que tienes el cuerpo surcado de cicatrices como recuerdo de los horrores con los que te has topado, tú, cuéntanos una historia a la altura de esta siniestra noche.
Y Pepe, se levantó y dijo:
— Era una noche tormentosa...
Era una noche tormentosa. Esa es, quizá, una de las formas más clásicas de empezar a contar una historia de terror. Tormenta y fuego, una noche de invierno...
Pregunta tonta: ¿Qué es el terror?
El terror es una de las sensaciones más primitivas que podemos sentir. Nos excita, nos pone en alerta, nos llama. No queremos experimentarlo y lo ansiamos a la vez. Seguramente, entre las primeras historias que se contaron, una de ellas fue de terror: una bestia desconocida que vivía en la espesura del bosque o las profundidades del mar, alguien que sufrió una muerte injusta y que vuelve al reino de los vivos en busca de venganza... ¿Os suena?
El terror es la ambientación, el cosquilleo, el conseguir vivir una historia y temer irracionalmente a las criaturas que la habitan. El terror son El Monte de las Ánimas, El corazón delator, Frankenstein. Son las leyendas, historias con siglos a sus espaldas, esas que te cuenta solemnemente algún anciano en el pueblo.
El terror no son los sustos, los sonidos altos y la música estridente. Puede conseguir una sensación parecida al terror: nos pone en alerta, pero falta algo. Falta su belleza, su historia. El entrelazar tan bien una serie de acontecimientos que aunque descontextualizados no digan nada, dentro de la historia lo sean todo. El ser capaz de hacer experimentar terror a otra persona es ser un experto contador de historias.
Terror es lo desconocido, lo que no somos capaces de explicar. Aún puede haber mucho terror en el mundo, porque... ¿Acaso conocemos con seguridad todo lo que nos rodea?
Seguramente todos tengamos alguna experiencia que pueda calificarse de sobrenatural... Y si me lo permitís, me gustaría compartir una con vosotros del puñado que he sufrido (cosas de vivir en una casa vieja).
Yo nunca conocí a mis abuelos, por desgracia, pero sí que tuve dos tías abuelas. Eran completamente distintas: una de ellas era muy buena y cariñosa, le encantaba estar conmigo y con mis hermanos. La otra era seca y gruñona, recuerdo tenerle un poco de miedo... Mi padre siempre dijo que se había relajado, que cuarenta años antes sí que daba miedo. Eran dos mujeres muy mayores, y llegó el momento en el que ya no podían valerse por sí mismas. Una de ellas vino a vivir con mi familia: ¿adivináis cual?
Mis padres adaptaron todo el piso de abajo para que pudiese vivir junto con su perrita y que conservase un poco de su independencia. Hicieron para ella una habitación, un baño y una galería para que pasase las horas muertas, y pusieron una cocina nueva para que no tuviese que subir las escaleras.
Pasaron los años, y nos acostumbramos a su presencia en la butaca, a un metro de la televisión, a sus gritos y a sus discusiones.
Un día tuve un sueño: estábamos toda la familia sentados a la mesa, comiendo, y mi tía abuela se desplomaba sobre el plato de sopa. No era capaz de levantarse, y nadie pareció darse cuenta, hasta que, inevitablemente, dejó de resistirse. Minutos después, cuando ya estábamos acabando la comida, mi tía abuela levantó la cabeza, con la cara amoratada y los ojos rojos, por la acumulación de la sangre. Levantó, como dije, la cabeza, y empezó a gritar con un sonido infrahumano, cavernoso al principio, agudo al final. Gritaba furiosa, y me desperté.
Alrededor de una semana más tarde, mi tía abuela se despertó con sed. Bebía, pero seguía con sed. Se levantó de la cama, se sentó en su silla para desayunar, y se desplomó sobre la mesa, muerta.
Yo había salido la noche anterior y seguía en la cama. Recuerdo que vino mi madre a despertarme para decirme que mi tía abuela había muerto. Mi hermana y yo bajamos a su habitación, y mi madre estaba limpiando, preparando sus cosas para donar o para tirar. Yo me guardé un par de joyeros estilo art nouveau que mi madre quería tirar, sus joyas para vender... y su habitación. ¿Qué chica de 17 años no querría una habitación completamente independiente? Compramos pintura, yo me saqué unos euros vendiendo sus joyas... y unos días después estaba ya instalada.
Los primeros días el mayor problema que tuve para dormir ahí fue la perrita, que consideraba que la habitación era suya y no mía.
Recuerdo que una noche tuve un sueño bastante raro: alguien me hablaba al oído, diciéndome algo en un idioma desconocido, pero que yo en sueños entendía perfectamente. Luego escuché un grito, aquel grito con el que había soñado semanas antes, y me desperté. En el momento de despertarme tenía claro el mensaje que me habían dado, pero según iba recuperando la consciencia se fue perdiendo su significado, hasta que quedaron sólo unos vocablos sin sentido que ya he olvidado. Fuera, en la galería, se escuchaba aullar nerviosamente a la perrita de mi tía abuela...
¿Vosotros tenéis alguna experiencia paranormal? ¿Os gustaría compartirla?
Hola. A mí me gusta mucho el género de terror y en cuanto he visto el título de tu entrada he venido a leerla enseguida. La reflexión del principio es muy interesante. Cuando voy a ver una película de terror o leer alguna historia es verdad que tiene el punto ese de querer leerlo o verlo aunque sepa que va a ser de miedo, como explicas "no queremos experimentarlo pero lo ansiamos a la vez". Bueno, en este último punto quiero matizar que me gusta el género como digo, pero mi ansia en el terror está enfocada al terror en la ficción (del cine, de la literatura, las leyendas...) Y en cuanto a lo paranormal, he escuchado muchas historias en unos eventos que hacen por mi ciudad sobre lugares encantados o en ocasiones veo programas tipo "Buscadores de fantasmas". Las escucho, pero no quisiera nunca tener una experiencia paranormal. Es decir, me gusta el terror en la ficción y guardando las distancias (por decirlo de alguna forma :P ).
ResponderEliminarLa experiencia que cuentas aquí es espeluznante. Yo estuve leyendo sobre los sueños, la sugestión y el subconsciente y es un tema muy interesante. Lo recordé a partir de lo leído.
¡Un saludo!
A mí me pasa lo mismo: el terror en la ficción mejor. Yo si tal segura en mi casa, y si puede ser una noche de invierno con tormenta y yo tapada con una manta mejor aún :). Creo que si me topase de golpe con un fantasma, o un evento sobrenatural de los explícitos, como los de los programas de la tele, me podría dar algo...
EliminarSobre los sueños también he leído mucho, entrando también en temas de significado.
Gracias por comentar :)
Saludos!
Me ha gustado mucho la entrada, la reflexión sobre el terror al principio y tu propia historia al final. Realmente es un poco inquietante eso que cuentas, tu tía abuela se estaba poniendo en contacto contigo de una forma bastante bestia... en mi caso era muy pequeña cuando murieron mis abuelos así que no pasó nada raro pero sí que me ha pasado alguna que otra cosa extraña...
ResponderEliminarPero bueno, si eso cuento otro día :)
Gracias :). No puedo asegurar que se pusiese en contacto conmigo o si fue una mezcla de sugestión, casualidad (y algo de cobardía por mi parte igual también ^^U). A mí también me pasaron otras cosas, aunque sobre todo de pequeña. Me gusta mucho oír (o leer) las experiencias de otras personas en estos temas, así que te animo a que los cuentes cuando quieras ^^
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