Abres los ojos,
oscuridad. Intentas respirar, pero el oxígeno se ha vuelto piedra,
rasgándote la garganta mientras baja a tus pulmones. Tus piernas no
te responden, no eres capaz de pensar con claridad. Estiras los
brazos buscando una pequeña esperanza, ¿Y qué encuentras?
-Hola, ¿Me buscabas? Soy
la rechazada, la marginada, nadie me quiere consigo. Soy la Nada, y
seré tu fiel compañera a partir de ahora.
Intentas gritar, y de tu
garganta sólo sale un nombre... Su nombre: Libertad.
¡Pobre Libertad,
arrancada de tus brazos por aquellos que ansiaban el don que portaba!
¡Su hija! ¡Vuestra hija! ¡Felicidad!
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