– Puedes ver algo?
– No, no se ve nada... Está todo muy
oscuro. ¿Dónde estamos?
– No lo tengo muy claro... Si hemos
seguido el mapa, debemos estar a la altura de la fuente de la plaza
austral. Espera... ¿Eso es sangre? ¿Puedes dejarme una luz un
momento?
– Sabes que no están para gastar en
tonterías
– Lo sé, pero esto es importante.
Creo haber visto una indicación, un mensaje, algo... Gracias. ¿Ves
esto? ¿Qué dirías que es?
– Parece una flecha que señala hacia
abajo, ¿no? Puede que este pobre diablo la haya escrito con sangre.
¿Qué significará?
– Yo apostaría por seguir adelante.
Total, ahora ya es demasiado tarde para arrepentirse. ¿Te parece si
buscamos alguna bajada?
– Me parece un suicidio, pero
adelante... Paso de volver sola, si hay que morir prefiero que sea en
compañía.
– ¡Esa es la actitud! ¿Sabes?
Apenas tres días antes me veía pasando mis vacaciones en cualquier
sitio excepto en una cloaca. Puede que sí que hubiese conflictos,
que cada vez hubiese más países en guerra... Pero joder, mi ciudad
era tranquila. ¿Has estado alguna vez? Era pequeña y bonita, algo
que muchos podrían haber definido como “pueblo”. Pobres
idiotas... Te puedo asegurar que desde el descampado del polígono
industrial hasta se veían las estrellas. ¿Alguna vez las has visto?
Con la polución y esas cosas... Creo que he sido bastante afortunada
por haber disfrutado de ellas. Si nos salvamos de esto dudo mucho que
se vuelvan a ver... No parece ni que se vuelva a ver el sol. ¿Crees
que esta niebla se irá alguna vez? Espera, quieta. Creo que he
encontrado algo. Mira, es una cuerda, podemos subir o bajar. ¿Qué
quieres hacer?
– Habíamos quedado en bajar...
– Sí, pero si subimos... ¿Quién
sabe? Podemos encontrar a alguien más. Puede que podamos ver el sol,
sentir el calor... O ver las flores. Son tan bonitas... ¿Sabes? Mi
abuela siempre me decía que cuando era pequeña las flores tenían
olores. Y olían bien... No se si creérmelo. ¿Cómo puede ser tan
perfecto algo tan hermoso? Pero venga, vamos a bajar. La superficie
ya la tengo muy vista.
– Déjame ir primero. De lo que sea
te aviso.
– Como quieras, pero ten cuidado.
Espero tu señal.
– Por ahora no se ve nada, pero el
aire lo noto un poco menos cargado. Puede que esa indicación no
fuese tan mala al fin y al cabo... Hay una luz al fondo, el aire
empieza a calentarse. Creo que he encontrado el suelo...
...
– ¿Qué ha sido ese grito? Espera,
ahora bajo. Dame un momento... Ahora voy. Ya casi he terminado...
Hace calor. ¿Has ido hacia el calor?... ¿Hay alguien por ahí?
¿Quién eres?
…
– Esta luz... ¿Es el sol? ¿Dónde
estoy? ¿A qué huele? ¿Son las flores? ¡Dios mío, la abuela tenía
razón! ¿Quién me trajo aquí? ¿Hay alguien?
– Hola, querida.
– ¿Eres tú? ¿Dónde de habías
metido?
– Nunca me he ido. Creo que tenemos
que hablar...
– ¿Qué ha pasado?
– ¿Te acuerdas de cómo nos
conocimos?
– Sí, claro. Fue un par de días
después de la explosión. Pensaba que estaba sola, que me había
salvado no se muy bien por qué. Las calles estaban destrozadas, la
niebla oscurecía el cielo... No puedo decirte cuánto tiempo pasé
vagando por la ciudad. Estaba cansada, desanimada, no tenía ganas de
vivir... Entonces te ví. Estabas llorando. Te puse la mano en la
espalda y sin conocerte de nada prometí cuidarte... Y no nos
volvimos a separar.
– Nunca lo hemos hecho... Pero te
equivocas. No nos conocimos en ese momento. Nos conocimos en otro
momento. Hace ya trece años, en el momento que empezaste a
respirar...
– No te entiendo. ¡Si nos conocimos
hace menos de un día!
– Realmente no. Digamos que yo soy tu
misma. No soy más que un producto de tu imaginación, al igual que
todo lo que nos rodea...
– Te estás quedando conmigo.
– ¿Por qué iba a hacerlo? Yo no
salgo ganando nada con eso. Soy tu, ¿no me reconoces? ¿No ves acaso
ante ti tus ojos, tu cara? ¿Incluso tu misma ropa? Me han creado tu
esperanza y tu inocencia. Eres demasiado niña para asumirlo...
– ¿Para asumir qué?
– Todo. Todo lo que ha pasado a tu
alrededor es... Es demasiado. Podríamos habernos quedado atrapadas
allí arriba para siempre. ¿No consideras esto acaso más bonito?
Todo está como antes, incluso como mucho antes de que nacieses. Todo
esto lo hemos creado nosotras, es nuestro rincón del universo. No es
real, las formas los olores... Todo lo has creado tú
inconscientemente, con todo lo que te gustaba: rosas azules con olor
a vainilla, margaritas violetas que huelen a miel... Es precioso.
– ¿Cómo no puede ser real? Siento
el sol, la brisa... ¿Cómo puedo crear todo esto?
– Pues porque estás y no estás.
– ¿Estoy muerta?
– Podría llamarse así. Pero también
podría decirse que antes estabas muerta, y que ahora empiezas a
vivir... Depende de cómo lo mires. ¿Ves aquella casa? Allí se
encuentra tu familia. ¡Corre con ellos, y se feliz para toda la
eternidad! ¿Qué más da que no sea real? ¿Acaso podrías decirme
qué es real y qué no? Dame un beso, querida, porque no volveremos a
vernos. Adiós...
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