Aquí os traigo mi segunda parte de este pequeño ejercicio, que empieza a coger forma... He modificado también la primera parte, añadiéndole una pequeña introducción. Os dejo también un enlace al primer relato para quien no la haya leído.
Pecados capitales:
1. Soberbia
Y aquí la segunda parte:
Martes, 26 de Marzo de 19...
N. D.1
Tras localizar a su ex mujer y
comunicarle la muerte de Don Antonio, ella afirmó haber mantenido
contacto epistolar con él tras la separación. Tras registrar las
cartas no encontramos nada que lo culpase de actividades poco
lícitas. Unos días después ella misma nos buscó. Confesó poseer
una grabación telefónica de su marido con un tal Fernando, de quien
nunca había oído hablar. Por lo visto la grabación la realizó por
medio de un detective privado al que ella misma pagaba para que
investigase a su marido. En ella Antonio habla con otro hombre de su
segunda vida. Aquí reproducimos la parte más significativa:
Avaricia
Desde que era niño siempre tuve muy
claro que mi vida iba a estar rodeada de lujos, y que me iba a
esperar una hermosa mujer en mi cama. No es tan raro, ¿no? Así que
estudié, y conseguí entrar en la carrera de derecho, de la que salí
siendo el mejor de la promoción. Desde entonces no me faltó el
trabajo, ni el dinero. Y fue en el trabajo donde conocí a Don
Manuel, a quien le solucioné un pequeño problemilla. Digamos que
conseguí apaciguar un escándalo, que no saliese a la luz. Don
Manuel, en agradecimiento, me invitó a su casa a cenar. Y allí
conocí a Mercedes, su hija. La verdad es que la muchacha era
normalita, digamos que tan solo poseía la belleza de la juventud.
Pero aún así decidí que sería mi mujer. Al fin y al Cabo Don
Manuel era un hombre respetable, con un apellido muy notable. Y me
dejé seducir por su título nobiliario, para qué decir más. Eran
gente distinguida y de dinero.
Mercedes resultó ser una mujer con un
carácter excepcional y una inteligencia muy viva. Esa era otra de
sus bellezas, Mercedes adolescente era la viva imagen de Atenea. Y yo
me sentí Ulises, la convertí en mi diosa y me dejé guiar por sus
consejos. Tras unos años manteniendo una relación en secreto,
decidimos dar el paso de comunicárselo a Don Manuel, que no pudo
estar más contento de tenerme como hijo.
Ahora tengo una vida plena: tengo
dinero, tengo esposa, tendré un hijo... Pero he de decir que estaba
incompleto hasta antes de conocer a Jandro, un pequeño delincuente
de la ciudad al que evité pasar por chirona. En pago por ello me dio
varias ideas para conseguir más dinero de forma más fácil. Empecé
a... digamos... hacer “pequeñas inversiones” (guardándome bien
las espaldas) para que viajase al continente vecino a traer hachís.
Aquí lo vendía, él se sacaba su pequeña fortuna y yo triplicaba
lo invertido.
Hice una pequeña red de narcotráfico,
poniendo a Jandro como cabeza de turco. A él parecía que no le
importaba, al contrario. Le llegaba dinero y él no tenía que
trabajar. Los dos nos beneficiábamos.
Un día Jandro llegó con un amigo
suyo, un gilipollas llamado David. Por lo visto, el citado gilipollas
le dijo al idiota de Jandro que su situación era peligrosa. Por lo
menos no me fue dificil tranquilizarlos. Les recordé que soy
abogado, que conmigo no tienen nada que temer, que soy “legal”.
Creo que se rieron sin entender el chiste. A Jandro le subí un poco
su porcentaje de beneficios, y David en ese momento me vino al pelo
para un pequeño proyecto que tenía. Al fin y al cabo, en esta
ciudad tenía el monopolio de la venta de droga, ¿por qué no sacar
dinero también de las putas? Que tuviesen un pequeño espectáculo,
cantasen y bailasen como en un cabaret, para que los clientes
pudiesen ir preparándose y poniéndose los dientes largos con la
mercancía.
La verdad, esto de sacar dinero de los
vicios del populacho fue lo mejor que pude haber hecho nunca. Ahora
estoy pensando en expandirme a alguna otra ciudad, si aquí me salió
bien, ¿por qué no puede hacerlo en la de al lado? Allí la gente no
es mejor que aquí. Me expandiré por toda la comarca sin problema,
al fin y al cabo y como dije antes, soy un tipo “legal”.
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1. N.D. Nota
del detective
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