La Navidad es esa fiesta en la que todas esas personas que se arrancan los ojos durante todo el año se dicen lo mucho que se quieren. Quizá es verdad, o tal vez sólo una muestra de hipocresía más. Sea lo que sea, yo soy una sosa en Navidad. Por eso, para contrarrestar este estado de febril enfermedad navideña, he creado una pequeña lista de...
Lo que menos me gusta de la Navidad.
1. Las personas no decidimos cuando empieza. Hace cosa de 50 años, la Navidad empezaba cuando lo marcaba la Iglesia: el mes anterior, o las 4 semanas de adviento. Ahora, con una población más puesta en lo terrenal que en lo celestial, que postula su individualidad y su capacidad de decisión... Es la publicidad la que decide en qué fecha empezar a adornar nuestras casas. Qué avance.
2. Esa publicidad... Esos anuncios de colonia llenos de color, contando historias de caprichos y poder. ¿No pueden hacer un olor a persona con curiosidad? ¿O a persona interesada en la cultura? ¿Por qué no se da publicidad al perfume con olor a libro nuevo? Participa Lagerfeld, el de Chanel, la publicidad puede tirar por ahí para vender.
3. La sobrepoblación. Paseas por una calle céntrica, y tienes que abrirte paso a empujones. Sales de casa 1h antes que de costumbre para poder tener tiempo de encontrar sitio para aparcar. Y ni pienses en ir a un centro comercial... Dato personal: el día 23, a las 3 de la tarde, estaba el aparcamiento completo, y tuve que vender mi alma al diablo para dejar el coche. ¿Será esta una nueva estrategia de marketing para obligarnos a mirar tiendas? Yo creo que sí.
4. La cena. ¿Existen realmente familias en las que haya amor puro o verdadero? ¿O simplemente es cordialidad en el mejor de los casos, e hipocresía en el resto? Son tan típicas las pullas navideñas como el mazapán.
5. Los precios. Navidad es una fecha en la que ocurren milagros. Por ello, muchos productos del supermercado, llegabas estas fechas, doblan, triplican, y hasta cuatriplican sus precios. ¡Aleluya!
6. La contaminación lumínica. En las calles, la contaminación lumínica está a la orden del día. No me quejo demasiado, entiendo su utilidad. Pero llega la Navidad y de pronto se hace la luz.: lucecitas, formas extrañas, árboles de navidad horrendos que parecen cárceles de metal... ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en lo ridículo que es tapar la luz de las estrellas con estrellas falsas?
Aún así, a pesar de estos puntos negativos, la Navidad tiene su parte buena.
1. El desayuno. No hay nada mejor que levantarte una mañana con el olor del chocolate haciéndose, y el chisporroteo de los churros en la sartén. Aunque sean congelados, saben a gloria.
2. Las comidas en general. En todas las casas se dan banquetes en mayor o menor medida. Se hacen malabares con el presupuesto para poder ofrecer lo mejor en la mesa. ¿Cómo no sentirse bien al comer platos que normalmente sólo se prueban una vez al año?
3. La familia. Aunque en todas las casas hay pullas y cotilleos, en la familia siempre suele haber alguien en quien refugiarse, con quien hablar, y a quien realmente te acuerdas de ver... O de recordar.
4. Los niños. Aunque no sean santo de mi devoción, como siempre digo, a mí me gustan los cachorritos, y los niños al fin y al cabo son cachorritos humanos. Un niño bien educado, feliz con su juguete nuevo ganado con su trabajo de todo el año (porque, reconozcámoslo, portarse bien a esas edades es un trabajo que los padres no pueden desdeñar) da envidia sana. Y sí, hago un inciso en el bien educado, porque como no lo esté sube a la lista de los contras.
5. La calle. Mercadillos de artesanías, músicos, malabares, representaciones en la calle y olor a castañas. Y esto es solo de lo que me acuerdo, porque realmente, la Navidad en la calle la hacen todos esos artistas que no tienen límites en su imaginación.
6. Las campañas solidarias. Esto realmente no se si son un pro o un contra. Lo único que tengo claro es que son un parche, que no suelen solucionar nada... Pero que realmente, en estas fechas, dan algo especial a quien no se lo puede permitir.
Decir, por mi parte, que he intentado por todos los medios hacer los mismos puntos de pros que de contras, pero mientras que los contras salían solos, los pros tuve que pensarlos más. El problema es que mi caso no es aislado: hay mucha, demasiada gente, que vive toda su vida más pendiente de las desgracias que de las alegrías. ¿Somos acaso tan egoístas como para no valorar lo bueno, y darlo por hecho? Igual, más que turrón, regalos o dinero, lo que tendré que pedir en mi carta a los reyes es un poco de humildad.
Dicho esto, como dicen los informáticos... ¡Feliz Halloween!
¿Qué opináis de la Navidad? ¿Me ayudáis a terminar la lista? ¿Alguien ha entendido el chiste informático?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡No olvides comentar!