miércoles, 25 de febrero de 2015

Nuestra Señora de París

Hace cosa de un mes ya que acabé de leer este libro, y llevo tiempo buscando el momento de hablar de él...
File:Victor Hugo-Hunchback.jpg
Ilustración de la edición original de Nuestra Señora

La historia está ambientada en un París medieval (exactamente finales del siglo XV). Recorre la sociedad de la época, la arquitectura, el arte y la cultura popular en general, a través de una historia que refleja la cara más terrible de los sentimientos humanos. Podría decirse que los sentimientos son los protagonistas de este libro, pues es el factor común de todos los personajes: unos sentimientos que los cogen desprevenidos y que no son capaces de controlar.
La historia gira en torno a La Esmeralda, una joven gitana: inocente, pasional, impetuosa, sentimental, bondadosa... y de una gran belleza. A mi parecer, Victor Hugo plasmó un gran romanticismo en este personaje, idealizando la bohemia gitana. Otro gran personaje es Claude Frollo, uno de mis preferidos. Un hombre estudioso, que cree conocer el mundo a través de los libros. Recela de la sociedad, y el pueblo recela de él. Callado, serio y de una personalidad muy huraña, se ve completamente perturbado por su demonio interior, El tercer gran personaje es Quasimodo, el campanero de la iglesia de Nuestra Señora, donde vive casi como un ermitaño. El hilo conductor de la historia es el poeta Gringoire, que se encarga también de poner un hilo cómico en la obra.

Victor Hugo aprovecha el libro y la hsitoria para caracterizar lo más fielmente posible el París del siglo XV: forma de hablar, calles de la ciudad, arquitectura... Y también para lanzar una crítica sobre el maltrato que se le daba al patrimonio. Ya escribí sobre esto hace algunas semanas, podéis leerlo aquí.

En mi opinión, el punto fuerte de la obra se divide en por un lado los personajes, y por el otro la belleza de los escenarios concebidos por Victor Hugo. En resumen, me gusta el romanticismo que se respira en la obra en general. El punto débil de la obra, si puede considerarse un punto débil, es que resulta un poco lenta a veces. La presentación de los personajes se extiende mucho más de lo que está acostumbrado un lector del siglo XXI, por mucho sentido argumental que tenga. También su forma de extenderse al hablar del arte medieval, si es un tema que no te apasiona, puede resultar bastante tedioso (cosa que él mismo reconoce en la introducción, dice, literalmente, que si no te crees capaz que te lo saltes, que tus motivos tendrás). Como detalle, me ha hecho gracia su naturalidad: empieza hablando de un tema, pasa a otro y acaba yéndose por las ramas al irse por las ramas, no sé si me entendéis. En el momento en el que parece que se da cuenta de que se ha desviado demasiado del tema, ni corto ni perezoso, escribe: "pero volvamos a X.

Respecto a la edición, sólo puedo decir que es preciosa: el papel es grueso y de calidad, con ilustraciones en casi cada página. Los márgenes son amplios, y todo está preparado para hacer una lectura cómoda. Bueno... casi todo. Personalmente tuve que hacer números de circo para encontrar postura en el sofá con el libro, para no abrirlo demasiado ni deteriorarlo, porque quien sabe lo delicado que puede ser... Las ilustraciones ayudan a recrear cada una de las escenas y los personajes, alejándonos de la imágen de Disney y permitiéndonos verlos como los imaginó Lacombe. La tristeza que demuestran las facciones de los personajes, su estilo de dibujo, todo permite concebir un mundo tenebroso y casi mágico, como la misma Edad Media. 

En resumen, que he disfrutado mucho leyendo este libro... aunque no he podido evitar comparar a este Victor Hugo con el de Los Miserables, y, obviamente, los años se notan. No se ha convertido ni mucho menos en mi libro preferido, y no es de esos que vaya a volver a leer, pero sí que me ha hecho pensar, imaginar y empatizar con los personajes... y es eso de lo que se trata, ¿no?

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